jueves, 19 de noviembre de 2009

Mi tren, Rachmaninoff

Aunque no termines de asumirlo cualquier día la vida puede dar un giro extremo. Todo lo que crees que es imperturbable se puede escurrir y puede serpentear hasta desaparecer. Ese “hasta mañana” se puede convertir en un “ya no volverá jamás”.


Vivimos el presente para el futuro y desvirtuamos el Carpe diem sumergiéndolo en el frenesí de un ritmo vertiginoso. Deberíamos aprovechar cada instante y, sobre todo, dedicar cada día, al menos unos minutos, a la reflexión. ¿Estoy exprimiendo mis posibilidades actuales? ¿Me eximo de participar activamente en mi propia vida? ¿Estoy alienado? ¿Qué he hecho hoy y por qué? ¿Por qué es bueno o malo preguntarme por qué he hecho hoy ciertas cosas? ¿Aprecio mi entorno y su belleza? ¿Realmente estoy BIEN, o es una palabra que he usado tantas veces para describir mi estado de ánimo vagamente que ya desconozco su significado puro? En fin, las preguntas esenciales y las respuestas volátiles que se fraguan cada anochecer.


Ese momento en que uno se sumerge en una burbuja al vacío y busca la respuesta al infinito interrogante cotidiano es el regalo de cada día. Poder hacer las cosas y preguntarse acerca de ellas y sobre lo que uno ha experimentado realizándolas. Poder compartir las experiencias y lo que nos han hecho sentir es el regalo único de la vida. Compartir un viaje en tren cuyo punto de salida no escogimos y cuyo final desconocemos. Pero COMPARTIR, al fin y al cabo, con los pasajeros que suben para quedarse, aunque algún día, como todo mortal, dejen de estar, así como COMPARTIR con los que viajarán por un tiempo indeterminado.


A veces uno se siente solo en el asiento aterciopelado del tren porque alguno de sus compañeros de viaje lo ha abandonado quizás para siempre. Y aún así le quedará el paisaje que se ve desde la ventana, una libreta en blanco para imaginar sobre ella y algún viajero que en otro vagón busque una mano a la que aferrarse.


PD: Lo de Rachmaninoff viene a cuento, al menos para mí. Véase http://www.youtube.com/watch?v=kj3CHx3TDzw&feature=related


B.B.



3 comentarios:

  1. En realidad la pieza que Rachmaninoff está tocando es una de las "Nocturninas" de Bach, pero da igual, el tipo era un virtuoso del piano.

    Me gusta tu símil del tren. Me recuerda a una película llamada "Viaje a Darjeeling". En un principio, leyendo resúmenes y etcéteras piensas que es una película barata, pero cuando la has terminado de ver, y pese a la idea inicial de que es una peli un poco rara, acabas satisfecho.

    El Carpe Diem murió con las tribus africanas; nunca se preocuparon por su futuro, por eso no vieron que las ansias colonialistas les acabaría destruyendo.

    La gente tiene que dejar de vivir y empezar a vivirse; aunque ahora quejarse de la humanidad está de moda.

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  3. Genial, por fin una moda que viene a cuento...

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