viernes, 18 de diciembre de 2009

La ex-cusa

Todos necesitamos una excusa para permanecer en silencio, para no dejar de fumar, para escuchar una vez más esa canción, para leer en alto esos versos, para enrasar esa disolución, para querer ir a Praga, para...


Pero hay algo que jamás tendrá excusa alguna: mi vida es una mierda y la culpa no es mía. Me carcome por dentro la debilidad extrema del que sucumbe hasta lo más bajo por las circunstancias y hace de la basura de lo ajeno la podredumbre de lo propio. La belleza y el sentido de la vida están muy por encima de los juicios de valor. En este caso el imperativo categórico de Kant traspasa con preponderancia los límites depresivos de la trascendencia barata en que se sume el perdedor de su propia existencia. El imperativo categórico se convierte en la liturgia racional dotada de la panacea para el que fracasa en el deber máximo de la vida: vivir y no sólo sobrevivir.


El dolor de estos desgraciados no se cura con más dolor. La mierda no se limpia con más mierda. El recuerdo de la bonanza remota no nivela la balanza de la equidad intelectual y emocional del aquí y el ahora. Así como tampoco echar la culpa al que pasa por ahí solucionará alguno de nuestros problemas internos.


Por ello, la adicción a las drogas, legales o no legales, en estados de ánimo paupérrimos, sólo origina que el problema ya existente provoque una súbita destrucción del individuo y los que lo rodean. Es decir, el uso de una cárcel física y vehemente puede ser útil en un principio, cuando cualquier tipo de evasión del problema donde estamos estancados es la salida más sencilla. Pero, recordemos que esta, en principio, lisonjera vía de escape, es sólo efímera. No debemos olvidar que los problemas de conducta destructivos para el individuo que opta por las drogas y para los más cercanos a él son irreversibles si no se toman medidas.


Yo me he drogado frenéticamente y, aunque ahora si me drogo es muy de vez en cuando, sé que seguiré haciéndolo. No critico al que se droga, pero me enervo con los que lo utilizan como terapia. Yo en su día puse el peso de mis problemas en las drogas y a la larga este modo de evasión me salió muy caro. Reconocer que se es adicto, que se tiene un problema y que cuando las cosas van mal las drogas ahondan la profundidad de las cosas malas es difícil, pero no es imposible.


Así que sólo te pido que dejes de lamentarte, que dejes de quejarte, que dejes de gritarme y de hacernos la vida imposible. Tienes razón, tu vida es una mierda. Pero la culpa es tuya, sólo tuya y del alcohol.


B.B.



2 comentarios:

  1. La culpa es nuestra, sí. Pero tú eres tú y tus ciscunstancias, ¿no?

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  2. Exactamente. Y por eso he intentado por todos los medios que a quien va dirigido este texto abra los ojos. Pero si alguien no quiere salir de la mierda, créeme, no lo hace.

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