miércoles, 19 de mayo de 2010

Psique

- Y dígame, ¿qué le trae a mi diván?

- Pues mire, no lo sé. Sólo sé que debería estar aquí desde hace mucho.

- Empiece por donde crea conveniente, si lo ve usted bien así.

- Nunca se me dio bien poner orden. Imagine lo que supone ordenar, para explicárselo a usted, lo que me pasa. Además, necesitaremos tiempo, mucho tiempo.

- Vivo de su tiempo. Le aseguro que precisamente a mí, me agrada que se tome su tiempo. Empiece, diga lo primero que se le ocurra.

- Usted lo ha querido. Coja una pluma bien cargada...

- Por favor...

- No puedo hacer nada para evitarme. No tengo motivación alguna. Quiero ser tantas cosas que no me centro en ninguna.

Creo que voy a desistir. Mire, lo he intentado. Bueno no, pero porque no he podido. Hay una fuerza, poderosa, que me impide autorrealizarme, crecer, vivir, que incluso me ahoga.

Y muchas cosas las entiendo ahora, pero mi mundo no es más bonito por eso. Al revés, al revés…

No tengo ganas, ni fuerza, tampoco le veo mucho sentido. Mi cabeza se revela contra mi sentido común y me la juega. Mi razón me grita “siéntate y centra tu mirada” y mi rebeldía, juguetona me tienta “¿te vas a sentar con la de cosas que pasan por tu ventana?”. Y en esas se me van las horas. Y cómo cansa… Siempre lo he dicho, soy plenamente dual.

Lo sé y me importa mucho serlo. Porque no me aclaro con nada y siempre veo múltiples opciones de las cuales no elijo ninguna. Todo me hace dudar de todo y pocas cosas me resultan sencillas aún siendo fáciles.

Acabo con agotamiento mental, aturdida y atontada. Y con el nuevo año me he dejado las cosas claras (todo lo claras que yo puedo dejarlas): sé que no puedo con nada si no me da la gana y las ganas ahora, no están.

Creo que en el fondo todo esto puede venir de lejos. Como si fuera un muerto que llevo arrastrando desde hace tiempo, pero que he conseguido mantener oculto hasta hace poco, cuando todo aquello que se reprimía en mi psique ha salido a borbotones en torrentes de estados emocionales contrarios y contradictorios.

Y lo peor es lo que me produce, pues creo que me invade un Síndrome de Estocolmo cosificado. Me he acostumbrado hasta tal punto a mi circunstancia que en épocas mejores no me siento cómoda. Prefiero la oscuridad y lo que viene con ella porque es mi hábitat. Podemos decir que pese a que luche contra ello, me he conformado a mi realidad y esta pocas veces es positiva. Y no lo es, porque yo no la dejo serlo. Huyo de todo aquello que me pueda hacer feliz (incluso huyo del éxito o de todo que pueda oler a él, y cuando destaco me siento terriblemente azorada y, de nuevo, incómoda), incluidos mi belleza, el amor y sus sucedáneos.

Y no, no, no. Me niego. Lo juro, me niego. Quiero pintarme mis ojos almendrados y nos sentirme culpable porque me miren, quiero poder sentarme a leer un buen libro y ahogarme entre sus páginas, quiero escribir y aprender a cantar, quiero vivir de la poesía y de mis cuentos. Moriría por saber tocar la guitarra y atreverme a tocarla en público. Necesito poder volver a estudiar. Ser capaz de apoyar mi codo en una mesa sin que me salgan erupciones por todo el brazo. He perdido toda mi capacidad...

Dios, quiero involucrarme y no salir corriendo luego y mirarle a los ojos y no querer que la Tierra me trague. Quiero enterrar mis miedos y a mis muertos. Hablar delante de gente sin que me tiemblen los labios y poder explotar lo que soy, ¡¡¡porque soy muchas cosas!!! Y precisamente por eso, no puedo conmigo. ¡ Soy mi gran barrera! Y no sé qué hacer conmigo. Me doy por imposible. No sé convivir conmigo misma. Soy la persona más difícil con la que he lidiado nunca. Y a menudo me caigo mal.

Y me esfuerzo, soy dueña y señora del autocontrol. Pero no es suficiente, no logro controlar nada al final. Imploro motivación. Quiero sentir ganas, pero ganas de verdad. No ganas de tumbarme o de asaltar la nevera. No, de ésas no.

- Perdone que la interrumpa, pero creo que necesita ver a otro tipo de especialista.

- ¿Cómo dice?

- Usted tiene problemas porque se ama. Y también se odia, recuerde que el amor es ambas cosas. No puedo divorciarla de usted misma. Pero conozco a bastantes compañeros que por las tarifas que cobran, son capaces de ello y mucho más.

- ¿ Insinúa que me deshaga de mí misma?

- Hombre, yo puedo citarla aquí dos veces por semana. Cosa inútil. Usted está todo lo mentalmente sana que puede estarse hoy en día. Podría darle antidepresivos o fármacos fuertes, pero entonces sí que se despediría de la "usted" que conocemos. Crearía un estado inerte perfecto donde sus sentimientos estarían atados, controlados e ideales. Le aseguro que no le darían más la lata, de hecho ya nada lo haría, porque sería usted ese muerto que dice que arrastra. Un zombi diminuto.

- Le estoy pidiendo ayuda

- Y yo le digo que los estados como el suyo no tienen cura, sí terapia. Y si quiere pude venir a contarme sus penas y males. Yo encantado y mi exmujer, que ahora quiere un coche nuevo, aún más. Se lo digo de corazón, con sinceridad. Pídale cita a la secretaria al salir. Pero sólo necesita oír esto: usted no pasa hambre.

- ¿Perdone?

- Eso, usted no pasa hambre.

- ¿Significa eso que estoy gorda? ¿Que tengo dinero?

- Eso significa que sin preocupaciones mayores, con la tripa llena, tiene mucho tiempo para comerse el tarro. Para centrarse en usted misma. Si viviéramos en África, no sabría tanto sobre sus propios estados emocionales, los ruidos de su estómago no le dejarían escucharlos. Ser el ombligo de nuestro mundo no es saludable, usted es la muestra.

- ¿Pero no decía que estaba sana?

- No, ¿de veras cree que hay alguien cuerdo en nuestros tiempos? Sólo dije que yo no puedo hacer nada por usted. Y digo ahora que lo que necesita es una madre, un confidente o un mejor amigo. Necesita contacto con la realidad, no con la suya. Deje que la conozcan y no se encierre.

- Pero esos son precisamente mis problemas.

- Pues no deje que lo sean. Escuche, que parece lista, lo entenderá bien: nadie vive seguro al cien por cien. Parece estar cansada. Dese tiempo. Y mientras márquese pequeñas metas. No se desmoralice y vaya pasito a paso. Lo que tiene es miedo. Reconózcalo, eso es todo. Y con el dinero que se va a ahorrar de mis consultas, cómprese sombra de ojos, que no me extraña nada que se los miren, son preciosos...


A todos los locos, que somos muchos, S.S.


No hay comentarios:

Publicar un comentario