viernes, 28 de enero de 2011

Mi derecho de autor.


I.

Famélica virtud de lo corruptible

que se atiene a mundo tal

por ser no uno de menos

aún, se propone insuficiente.


II.

SI TE ENGAÑAN NO TRABAJES


Negra cuadriculación

qué freno enfermo de tos

bestia parduzca.


Imperfecto irregular contado

qué soportas hombre

¿la tos y el cartón?

Capital humo cuánto,

de la vista y del pulmón.


III.

NOSGDO

La producción que produce ingobernable

es poética y solo, la única.

Vende un sistema de espacios, soledad

hueca inestable.

Se proyecta defensa quieta, se quiere

y se busca para espectador

de tragedias.


Contradicción que refleja la historia:


esfuerzo individual jerarquizado

que presta al máximo aburre mortal.

Divertir es ver qué pasa,

retablo de las maravillas.

miércoles, 26 de enero de 2011

La secuela del aburrimiento

NO LO SÉ como llegué a esa fiesta. La revista celebraba sus 50 primeros números y estábamos allí todos, extasiados o anestesiados por la pseudo-barra-libre que había circulado cortesía de John G. Bogues, jefe de la empresa, narcotraficante ocasional, sociópata engreído. Aquella universitaria borracha se subió a la mesa, bueno ya eran casi las tres de la mañana, sus amigas se habían largado todas aburridas de que fueramos tan pocos allí... Ni siquiera sé quien las dejo entrar... Probablemente el mismo que ahora daba vueltas alrededor de la mesa y buscaba algún voluntario para follarse el culito que se movía tambaleante donde hace escasas horas había estado la tarta... cielos, yo no quería estar allí. El muy hijo de puta iba nombrando a gente como si escogiera jugadores para saltar al terreno de juego y la gente ponía excusas inverosímiles... bueno, la mayoría estaba demasiado colocada como para emprender tan ardua tarea. Desde mi posición veía el sexo juvenil de aquel conato de animadora suplente, intentando gatear como un bebé o al menos no caerse. Y oí "¡Charlie!, tú no me fallarás en esto, ¿no?" y yo pasé del imbecil de Darrow (del que por cierto, todos conocíamos su homosexualidad y nadie le decía nada a pesar de que nos dedicaba los días con fanfarronadas varoniles de no menos de veinte minutos) y miré a Douglas, que en aquel momento debía estar pensando lo mismo que yo... Dios mío, necesitaba algo que me ayudara a ver con más claridad, empezaba a encontrarme mal allí dentro. Fui con Douglas al baño y mientras él se metía otro ácido yo me tomé mi Alprazolam de rigor y salí y la universitaria seguía lubricando sobre la mesa. Durante unos segundos dudé si era deficiente mental. Douglas se había sentado en una silla lejos del grupo. Entonces alguien la intentó ayudar a bajar de la mesa y lo que vino después duró muy poco tiempo... no sé si se cayó o tropezó o no sé que coño pero cuando se levantó tenía clavado un cristal del tamaño del dedo índice entre las costillas... en realidad creo que eran varios cristales, no sé, el importante estaba ahí. La muy cerda empezó a gritar como una loca, algo que perturbó gravemente a todos los de la fiesta que en su mayoría (excepto Darrow) estaban disfrutando de una experiencia tranquila y alguien intento quitarle el cristal pero primero se cortó... no sé, sé que 10 segundos más tarde, estaba llena de sangre y tirada inconsciente en el suelo (de hecho en el suelo donde estaban los cristales) y me acerqué a Douglas y le pregunté si lo había visto y me dijo el qué y yo le dije lo de la chica y me dijo que no había visto nada. Yo le dije que había sido impresionante pero ahora no recuerdo nada de la escena, recuerdo que ocurrió muy rapido. El jefe Bogues ya no estaba en la sala y los únicos que intentaban reanimarla eran Darrow y aquel chaval de Maquetación tan nervioso. Alguien sugirió que podía estar muerta... sí, alguien lo dijo pero no estoy seguro quien fue. Sé que intentaron taponarle la herida, alguien muy borracho le midió el pulso y determino (con nulo criterio) que había fallecido. Yo ya estaba sentado junto a Douglas, que miraba la escena pero no veía nada y los veía bailar alrededor del supuesto cadaver... Yo solo quería irme a casa, quizás fumar algo, no sé. Sé que estuvieron hablando y gritando a intervalos durante aproximadamente 20 minutos y luego alguien trajó un cuchillo y otro alguien le indicó que no era suficiente. Entonces sé que montaron a la chica en la guillotina industrial y pusieron en la hoja su brazo a la altura del codo y la accionaron. El brazo cayo al suelo con un golpe seco y la chica se despertó gritando, desnuda como estaba. Quedaron en dejarla en la puerta del hospital mas próximo y escapar, vamos, supongo yo que escaparían ya que al lunes siguiente todos estaban en la editorial y nadie comentaba nada... yo aquella noche no recuerdo tampoco como me fui de la fiesta. Creo que me aburrí de esperar y me despedí de Douglas y él no me respondió. Llegué a casa, lié un pitillo, me preparé una copa, y me dormí en el sofá con una película en blanco y negro de fondo que creo que ya había visto.

lunes, 24 de enero de 2011

Carmín

Liberada se queda

del portal sin tu cama

y sin tu espalda susurra

palabras estañas

Cándida, deja que vibre su calma

Y te pide, dormido, que alborotes su alma.

Sale ya, cansada

por la puerta, ángel en mano.

Y canta alto, porque se ha despeinado.


S.S

sábado, 22 de enero de 2011

Castillos de cartón

En algunas fotos tenías la carita triste. La misma que cuando hacíamos el amor. Te quitabas la ropa con pereza y resignación y yo te miraba y veía tu carita triste y la pena infinita me invadía. Recuerdo que entonces te abrazaba y hablábamos un rato y tu tenías que convencerme para que lo hiciéramos pero yo ya no quería e intentaba que hablásemos de cualquier cosa pero tú tampoco querías hablar. Sería mentira si dijera que estabas a millas de allí, no, estabas bien dentro de esa habitación. Tu depilación era casi perfecta.

Otras veces sin embargo, casi podías aullar de alegría, a veces querías jugar, a veces tenías mejor ánimo, sí, que días más buenos. No siempre los aprovechábamos, pero venías caminando por el pasillo como un gato y por un momento todo volvía a empezar. Nos lo pasábamos bien. Otras veces con tu carita triste, yo te decía mientras volvías a ponerte las bragas, ¿sabes lo que estaría genial? montar una maqueta y tu sonreías como si un hijo imaginario te dijera que quiere ser astronauta. Y decías, sí, claro. Y yo te decía, tengo un libro de cuando era pequeño que tiene las páginas como de cartulina y bueno, es para construir un castillo. El libro son las páginas y en cada página viene no sé, una pared del castillo, un torreón. Solo se necesitan tijeras y pegamento. Tu sonreías pero no decías nada. Yo haría lo que fuera para quitarte la carita triste. Y iba corriendo a buscar el libro y hablaba a gritos contigo desde mi habitación ¡Creo que lo tenía por aquí! como si te informara de grandes noticias y tu mientras seguías tumbada en la cama, como un monumento al hastío mundial, mirando al techo y teniendo la mente completamente en blanco.

Los días que estabas contenta no había tiempo para construir castillos de cartón, me cogías de la mano y me llevabas a algún sitio y hacíamos el amor allí. Muchas veces en un lugar público. Otras simplemente íbamos a ver una película que habías visto en cartelera. Ninguna de las dos cosas me gustaba. No soy de hacer el amor donde alguien pueda vernos y bueno, el cine tampoco me apasiona pero lo hacía por temor a que volviera tu carita triste, supongo que lo notabas de alguna forma ya que siempre volvías a casa más apagada de lo que salías.

A veces me tiraba un rato largo buscando el libro de los castillos de cartón pero tú también aguantabas bastante tiempo en cama. Bueno, si yo tardaba mucho tu acababas por incorporarte, te ponías una camiseta blanca y te acercabas a la cocina a poner agua a hervir, buscando té decías ¿quieres uno? con voz callada, flojita. Y yo te decía que no y seguía buscando en mi habitación ¡ah! creo que ya sé donde puede estar. Tu carita triste era imborrable, esperabas a que el agua hirviera mirando por la ventana de la cocina la carretera general.

No creas que te lo echo en cara, sé que hacías esfuerzos titánicos por estar contenta. Algunos días suspirabas en el espejo y venías a la habitación con una extraña energía sugestionada y me proponías algún plan absurdo. Muchas veces no aguantabas la emoción durante mucho tiempo y para el final del desayuno ya se profetizaba una carita triste, un polvo casi necrófilo después de comer.

Cuando era pequeño jamás construí uno sólo de los castillos de cartón del libro, me agobiaba la idea de que algún día se acabasen, que algún día no tuviera la posibilidad de construir uno más y por eso me conformé en mi infancia con pasar las páginas del libro e imaginarlos mentalmente montados, formando en fila uno tras otro, grandes, majestuosos. Cuando llegué a mayor, me di cuenta de que por miedo a que se me acabaran, nunca había construído ninguno y ya de mayor perdí interés en ellos. Pero fuímos construyéndolos cada vez que había una carita triste, cada vez que escapabas la mirada, tumbada boca arriba en la cama.

Toda la agonía del mundo se concentra en la cara triste de una mujer desnuda, el retrato con el que aprendes lo que significa amante. Mi ordenador está lleno de fotos tuyas y mías, algunas desnudos y en estas sueles tener la carita triste, clavando las garras de la humedad en los huesos de cualquiera que se atreva a ver la imagen. Te fuiste el día después a que el libro se quedara sin hojas y jamás te he vuelto a ver. En parte sé que es porque estás sonriendo o intentándolo por ahí y yo no estoy hecho para verte con otros ojos. Yo no tenía más castillos para ti y tú agotaste tus caras tristes. Y me invade (por fin) el agobio de no poder construir ninguno más.

miércoles, 19 de enero de 2011

Al paso, al trote y al galope.

Pum…Pum…Pum…Pum. Pum-pum, pum-pum, pum-pum. Pum-pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, ¡pum!

Taquicárdica, la voz huye por la garganta seca. El estómago se rebela, se revuelve por los impulsos nerviosos que lo retuercen y envenenan.

¡Pum-pum!

Late, cíclico y caótico.

¡Pum-pum!

Y no aminora su ritmo, aunque la cabeza le pida tregua.

¡Toc-toc!- el ambiente y el pensamiento entran a escena.

Palpitas, maldito, palpitas y me asustas las arterias. Palpitas, palpitas y me dejas fría, y densa, intentando pararte tu fiesta intensa.

¡Pum-pum!

Pulsas y entonces, mente y alma se abrazan dando vueltas. Se mezclan y confunden, centrifugan la memoria y te afectan.

¡Pum-pum!

Y dejar de pensar no es viable. No puedo.
Y dejar de vivir, tampoco. No quiero.
Así que baila, corazón, baila sin saberte los pasos.
Baila, saltándote el ritmo, cada vez que estalla una tormenta; atemorizando y galopando por entre mis venas, como si reflejaras el deseo de salir corriendo, en cuanto la situación se altera.

Cobarde.

¡Pum-pum!

S.S

martes, 18 de enero de 2011

Una historia de sangre y sexo que como decís los jóvenes "no vale"

Y si la vida consistiera no sé, en buscar algo que te guste, hacerlo mucho, practicar y luego perfeccionarlo. Luego hablar con los demás de lo mucho que te gusta, hacerlo con más gente incluso. Seguir haciéndolo, hacerlo tu seña de identidad, intentar que la gente lo identifique contigo. Empezar a tratar más con gente a la que también le gusta. Intentar defenderse de los que te critican y dicen no lo haces tan bien como crees, no saber si son peores que los que dicen en realidad no te gusta tanto. Hacer pequeñas variaciones en ello y seguir haciéndolo. Sacarlo de vez en cuando al mundo, escribir sobre ello. Pensar que a gusto estaría yo siempre haciendo esto. Intentar que sea así. Y despreocuparse de la cultura, la política, el planeta, los demás, el éxito y las ingenierías. Y seguir haciéndolo y pensando pero que a gusto se está aquí, sí, que agusto se está aquí.

lunes, 10 de enero de 2011

Amor

Eyaculé sobre el plástico amarillo del envoltorio de aquella hamburguesa, no por ruindad, no por rebeldía, simplemente no tenía otro sitio en donde eyacular. El semen no se llegó a confundir con el ketchup, formó una película por encima y no se mezcló. Ella se había ido dando un portazo y a mi me dio igual.

En el televisor seguían discutiendo. Yo me recliné hacia atrás, hice lo que todos hacemos, suspiré, me sentí culpable, pedí perdón a Dios. Y recordé. Recordé con obscena nitidez ese momento en que una mujer (cualquier mujer, toda mujer) se quita un sujetador, con delicadeza inocente, medida y obligada y por un momento en el universo su cuerpo deja de ser el de Venus y pasa a ser una mortal, una persona a la que mirar cada cara. Una embestida corta y fugaz que la ruboriza. Y ya lo ha hecho y solo quiere escapar o hablar del tiempo. Y te mira y comprendes que es un animal indefenso.

En algunas culturas el amor es asunto de deidades, de sacrificios. Nosotros creemos en algo terrenal, sucio y sórdido. El alivio de la imperfección. La seguridad de la última carta. Ella se había ido dando un portazo y a mí me dio igual. Eyaculé como de costumbre y luego me recliné hacia atrás.

Sus tetas eran solo un monumento a la banalidad del ser humano, al arte entre bambalinas, a la opinión fuera de guión. Sus tetas eran la verdad y el resto, no sé, obligaciones. Cuando volvió a las tres horas y media yo seguía en el sofá, cansado y aburrido y con el miembro fuera.

Se sentó a mi lado y me miró pausada y triste. Dejamos de lado las pieles y nos vimos tal y como éramos. Permanecimos hasta casi las cuatro de la mañana así, mirándonos y descubriendo nuestras tristezas, feos, católicos y sentimentales.

miércoles, 5 de enero de 2011

Por qué no uso blusa

El hombre…Ése gran desconocido. Ejemplar exótico en un mundo femenino, se aferra, ya débil, a las últimas gotas de masculinidad que aún pueden excretar sus poros: algunos ya ni sudan...(Intro musical de documental de National Geographic).

Yo digo que sois todos iguales. Todos. Mal que bien. Unos más que otros. Aunque me pese. Todos. No se salva ni uno (bueno, yo salvo siempre a cuatro). Padres, tíos, abuelos, hermanos…Todos en algún momento se comportan como capullos. Pero un hombre sabio al que admiro (sí, no os odio a todos, sólo a la mayoría) me dice a menudo, que eso que yo llamo “ser un cabrón”, es algo “inherente, inseparable, innato, ingénito y propio a la naturaleza del varón”, y por tanto, debo asumirla tal y como asumo otros hechos ligados a mi sexo. Aunque añade siempre que a pesar de que le alivia mucho el que lo haga, no debo condenar a todo Cristo (y menos a éste).

La primera vez que me soltó tamaña frase, puse cara de “como sigas por ese camino estás muerto, por mucho sinónimo a lo Punset que me sueltes”, me ofendí profundamente y me dispuse a exponer mi punto de vista en un monólogo de quince minutos en el cual daba detalles de la necesidad de modificar ciertos hábitos en la pareja, el porqué de la inmoralidad de la infidelidad, porqué la razón puede salvarnos del salvaje impulso masculino de cagarla, etc…

Tras quince minutos en los que me sentí sumamente inteligente, mi interlocutor me espetó un gran “¿de qué coño hablas, bonita?” tan sonoro, que me bloqueó totalmente. Es verdad, “de qué coño hablaba”. Es cierto que biológicamente, bla, bla, bla, como él me dijo, y que psicológicamente tal, tal, tal, como yo defendía; y por tanto, yo tenía razón, raciocinio sobre naturaleza, pero era idiota. Casi tanto como vosotros, hombres.

No te pido que me vuelvas a soltar todo el rollazo, monina- Continuó- Digo que no tienes ni puñetera idea de lo que hablas. El hombre, como ser en sí, no como término que engloba a toda la humanidad, es un individuo. Y los individuos tienen algo que se llama “disparidad de conducta”. No hay dos iguales, si bien, pueden ser similares. Y por tanto, y si te pierdes dímelo y te lo repito, es incorrecto pensar que todos y cada uno de ellos van a actuar según un mismo patrón. Es decir, tu inquebrantable moral, podrá ser seguida por algunos y violada por otros. Igual que tú puedes pisotear a una abuela en las rebajas o puedes dejarla que coja el último blusón de seda. (El comentario también me ofendió, al encuadrar mi moral en un centro comercial en rebajas, pero lo dejé pasar). Tú eliges. Es cierto que algunas sedas son muy seductoras, pero depende de lo mucho que te guste el blusón, y del respeto que tengas a la abuela.

Estuve tentada en preguntar si el blusón era gris perla, liso o con estampado, para evaluar el grado de tentación. Pero me contuve y seguí escuchando con mi cara de ofendida estándar.

¿Me estás diciendo que podría estar justificado una compra loca de un blusón satinado, si éste lo vale?- Pregunté creyendo haber encontrado el punto frágil del razonamiento.

Claro. Y te estoy diciendo que morrees al camarero ahora mismo porque su camisa es “divina”. No seas tonta- Inclinó la cabeza hacia delante, acercándose a mí- Digo, que para algunos, el blusón será estímulo suficiente para cargarse a la abuela a bolsazo limpio. La vida es dura, mujer. Y las rebajas salvajes.

Y desde entonces las blusas y sus perchas se me antojan sucias rameras provocadoras…


S.S

P.D: Con Punset salvo a cinco…(Evitad la rima fácil).

PD2: Y con los Reyes Magos, ocho (¡Mierda! Rima con bizcocho,

¡Rimadlo con bizcocho...!).

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domingo, 2 de enero de 2011

Año Nuevo

Amanece en Madrid. Siento que mi cuerpo flota y que la cabeza me da vueltas. El Año Nuevo me ha traído sabores que no recordaba bien, paladeo los últimos destellos.

“Cuando la luz golpea tus ojos me dice que tengo razón”- Canto bajito en un inglés cerrado por la falta de horas de sueño y el exceso de mojitos. Y entonces, el Sol me toca en el hombro y me pide permiso para intervenir, e ilumina todo aquello que pensé que estaba demasiado oscuro para mirar.

Y decido quedarme. Y si estoy así es sólo culpa tuya. Y decido quedarme. Y si estoy así es sólo culpa mía. Y decido quedarme…

Amanece en Madrid. He guardado la última noche, y tirado los últimos años, estaban viejos. Y me he comprado un par de zapatos altos, porque tu boca así queda menos lejos.

Y decides quedarte. Y si estoy así es sólo culpa tuya. Y decido quedarme. Y si estoy así es sólo culpa mía. Y no quiero irme. Y si estás así es sólo culpa tuya. Y no quieres irte. Y si estás así es sólo culpa mía. Y te sigo cantando...

“Just tonight I will stay,

and We'll throw it all away,
when the light hits your eyes,
It's telling me I'm right,
and if I,
I am through,
then it's all because of you,
just tonight.”

S.S