Cruzó mi mente, fugaz, dejando un halo de azufre al pasar. No sé qué es, pero me destroza por unos momentos. Luego, cuando recobro la lucidez, ordeno mis ideas y me pongo a pensar en lo que ha pasado. Porque en ese momento, soy capaz de pensar cualquier cosa. Esta vez, me ha costado toda una noche de insomnio y de algunas pesadillas conscientes, darme cuenta de que mi estupidez, traspasa los límites de lo humano. Soy imbécil nivel Pro. Y me encanta la tortura del pensamiento. O eso parece. Por eso, al abrir la puerta del balcón esa mañana, pensé, que hubiera estado bien atreverme a escapar por él. Tirar una larga trenza unida a alguna cabeza que me importara poco, y deslizarme por ella. Pero ni por ella, no por él, aquí sigo. Y así, la noche anterior, escupí veneno por los ojos, para contaminar de malas sensaciones el ambiente. Me invadió un sentimiento de maldad, que me impulsó a intentar herir con mis gestos. Y todo porque no me sentía agusto conmigo. No me sentía a la altura, así que debía hundir al resto. Pero de pronto, paró. Y cambié de registro. Mi otra mitad vino al rescate y tomó el control. Y ahora intenta recomponer lo que me hice cuando cayó el sol. Tras una larga velada conmigo mismo, pretende reformarme. Dice que no debo arrepentirme, debo enmendarlo. Y ahora ando enterrando un cadáver que no sabía que había matado. Y ahora ando como un ser atormentado. Y no cesa esta tormenta. Y soy un hombre malo. Y disfruto haciendo daño.
S.S. . . . . . . .
" Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras a un abismo largo tiempo, el abismo también mira dentro de ti"
Nietzsche
. . . . .
No hay comentarios:
Publicar un comentario