domingo, 25 de marzo de 2012

Vivre

De la columna, hermana

hasta el ángulo del último piso.

De la tierra, que encarna

el suelo y el paso fijo.


Y del cielo, mi amor

ahora que viene la calor

a romperme con su sed los huesos

porque esos sólo curan con lluvias de besos.


¡Ay de aquel tiempo perdido

que tantas veces he vuelto a lamentar!


¡Ay, de otros días benditos

que no volverán jamás!


Ay, de mis memorias,

cuando vienen por mi tortura

Ay de ti,

que causas y calmas mi locura.


S.S

viernes, 9 de marzo de 2012

Mañanas sin fin

- Noches y mañanas. Todo se esta reduciendo últimamente a lo que pasa en esos dos momentos del día... la noche y la mañana. Todo suele empezar a eso de las 9, o quizá algo más tarde. Lo importante es que el sol ya hace rato que se ha ido. Puede que todo empiece con una cerveza, un banco y un paquete de tabaco. O puede que empiece en una casa. También es posible que de la calma de tu casa dormida seas catapultado directamente a una tormenta de música y ruido.
Pero antes o después te liberas de todo ese ruido, de las conversaciones sencillas y pasas a darle una, otra y otra vuelta más. No es que en ese momento veas todo mucho más complejo, de hecho diría que es al contrario. En ese momento has perdido toda protección contra el mundo exterior. No es necesario que tengas activado tu campo AT, no es necesario estar alerta, ni en continua tensión. Simplemente eres tu y hablando se te pasa la noche y llega el día. Y este también pasaría si no tuvieses todo lo que tienes que hacer y si no fuesemos animales que a fin de cuentas, necesitamos dormir. Pero desearías que nunca acabara... y en cierto modo así es. Nunca acaba, son momentos jodidamente eternos que compartes con gente que te preguntas como coño han acabado ahí y con la que te preguntas porqué te sientes cómodo, por qué por primera vez en tu vida estás disfrutando de verdad de un tequila de mierda o de una pizza mientras te congelas de frío en cualquier callejón del centro. Te das cuenta de que todo lo que rodea esos momentos es totalmente secundario, pasa a ese segundo plano al que pasan todas aquellas cosas que se usan como decorado, como fondo en un teatro o una película.
Una botella que cualquier otra noche habría significado la diferencia entre que estés o no estés ahí pasa a dar igual. Puede tanto estar como no hacerlo y realmente te daría igual. Y mucho. Lo usabas como un maldito escudo social, pero en esos momentos no necesitas un escudo, no necesitas nada más que ser tu y dejarte llevar por el momento, fluir con lo que te brinda la noche y sonreir con lo que ves por la mañana.

Simplemente es estar.
Y estas bien. Después de un montón de años perdido y después de un montón de discusiones internas que no te acaban de llevar a ninguna parte, estás. Tu, auténtico, original, tranquilo y libre. Y sabes que son momentos únicos en los que te reconoces al mirarte y te alegras de lo que ves, de lo que has llegado a hacer y te maravillas preguntándote todo aquello de lo que serás capaz. No hay espacio para las dudas, para el remordimiento o para el miedo. Y joder, me gusta. Me gusta demasiado y me alegra saber que todas esas mañanas jamás acabarán y que estarán en algún sitio repitiéndose eternamente, en uno de esos bucles absurdos que te ves haciendo cualquier día a las 3 de la mañana con cualquier video. Y seguirán reproduciendose una y otra vez sin descanso.

Así que desde la soledad bien merecida de mi habitación, brindo por todas esas mañanas sin fin.


V.V

jueves, 1 de marzo de 2012

Zeppelin

Podéis morir. Pero acordaos de haber vivido primero.

S.S