domingo, 1 de abril de 2012

¿Y si fuéramos todos ángeles?

Paseando por una de las avenidas principales, algo más de 50 carteles grandes, mostraban rostros de niños, claramente felices. De pieles puras y lisas, sin marcas de errores.

De miradas cristalinas, del que aún no ha visto sino la cara de su madre.

Marieta, con trisomía del cromosoma 21, chaqueta vaquera y camiseta de algodón; tiene una de las sonrisas más tiernas, dulces y bonitas que he visto en mi vida, y me voy a ganar la vida con las sonrisas, así que sé de lo que hablo.

Y Pablo, y Raquel y Carla, que no están en esas fotos, pero que saben igualmente lo genial que puede ser la vida cuando te quieren tal y como eres. Con tus defectos y tus grandes virtudes.

Porque, hoy, tendemos a abandonar al que nos falla, aunque nos haya dado toda una vida de aciertos. Un solo error, y se gana la condena. Los "errores" son de todos los colores: envejecer, nacer lejos de los parámetros de salud, pecar con una mujer, o salir de un armario lleno de polillas.

Yo no tengo trisomía, pero tengo anomalías que no puedo achacar a defectos en la copia genética. Y me pesa, porque sólo yo soy culpable.

Y trabajo por ser cada día mejor, porque también tengo una gran y puñetera conciencia que ocupa el 90% del volumen de mi alma. Si he hecho daño, procuro pedir perdón.

Sé que no es suficiente aún, que tengo que limar todas mis asperezas todavía. Pero puedo presumir de tener algo en común con Carla y Marieta, sé como ellas que se me quiere tal y como nací. Sé que en el fondo, lo bueno atrae a lo mejor.

Y que si tenemos que dejarnos la piel en esta vida, yo prefiero que lo que se muestra bajo ella tenga buen color, y una suave textura. Sin haber corrompido ni un ápice del interior, por la frustración.

Porque cada vez tengo más claro, que estamos ciegos y que sólo vemos luces y sombras. Nada es tan importante, NADA, como sentirse querido. Y nada nos va a hacer tan felices como saber querer bien.

Gracias, mil gracias, por alegrarme el día de ayer. Qué gran lección nos enseñáis a los que no sabemos cómo vivir esta vida.


S.S

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