martes, 15 de mayo de 2012

Perdón



 Intento esforzarme, para conseguir encontrar un solo motivo por el que deba alegrarme de su regreso. Pero no saco nada.

Yo creo, que la parte de mi cerebro que debe encargarse de las relaciones y los comportamientos y sentimientos humanos sufrió “bulling” por parte de las otras neuronitas y decidió abandonar el lugar, allá por mi más tierna infancia, cuando aún enseñaba los dientecitos de leche, en una sonrisa y/o mordisco.

No logro ver, cómo pueden seguir queriendo estar en su presencia, o peor ¡reclamarla! Mi reino por algo de entendimiento. Por algo de ese sentimiento. Porque me quiten la maldita desazón del pecho.

No entiendo ese nivel de amor, que todo lo puede  y lo perdona. Sin razón, ciego, bobo, y peligrosamente incauto. Y no es que yo no quiera, yo quiero y mucho: tengo a mis seres queridos, y a mi ser amado.  Y aún así, no comprendo porqué me cuesta perdonar tanto, porqué necesito que me pidan perdón para olvidar, perdonar y seguir adelante. Porqué no soy un buen “cristianito”. Porqué sigo sin querer verla, aunque la quiera.

Sangre de mi sangre,
sangre de mi condena,
sangre, maldita, sangre
que todo lo mancha y envenena.


Y no queda más que esperar. Ciertamente el tiempo lo diluye todo

Esperar a que venga una mujer con el pelo platino a decirme que viene del futuro y me recomiende lavar los recuerdos con su producto de blanqueamiento nuclear. Sibila sí lava. Por eso aunque le pese el corazón, y le atormenten sus pensamientos, tiene la conciencia limpia y transparente, y amén, debería estar tranquila, pero unos malditos indignados acampan en ella como si fuera Sol. Y gritan que quieren comprender, que quieren descansar. Quieren que les deje dejar de odiar.

Y lo haría, por San Jorge, que lo haría. Pero no puede. No puedo. Pedir perdón, señores, es el acto más difícil para algunas almas. Proporcionarlo a fe ciega, sin prueba alguna de arrepentimiento, un imposible. Por muy sucia que me sienta con esas manchas de indignación en donde habría de vivir el coraje, no puedo. Señores, no puedo.

Dios salve a esta reina.

S.S



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